
Cabo de Gata
Somos grandes amantes de las piedras preciosas. Durante años dirigimos en Bélgica una tienda donde la gente podía descubrir la belleza y la fuerza de los minerales. Hoy continuamos esa pasión en nuestra tienda online, con la que seguimos compartiendo nuestro amor por las piedras y sus historias.
No es casualidad que nos hayamos enamorado de Níjar y Cabo de Gata. Aquí incluso los rincones del paisaje cuentan su propia historia mineral. A lo largo de la carretera costera se encuentra el Mirador de la Amatista, llamado así por la piedra preciosa morada que alguna vez se encontró en este suelo volcánico. Desde este mirador no brilla una piedra, sino el propio panorama: acantilados, mar y silencio que te dejan sin aliento.
Incluso el nombre del parque natural lleva un toque de magia mineral. “Cabo de Gata” es una deformación de “Cabo de las Ágatas”, por la ágata que se creía encontrar aquí en tiempos pasados. Aunque hoy ya no se hallen vetas de ágata, la región sigue siendo un paraíso para quienes aman la naturaleza y la geología. Entre las rocas aún brillan cuarzos, jaspe y amatista, recordándonos que la belleza está siempre escondida a nuestro alrededor.
Para nosotros, Cabo de Gata se siente como una piedra preciosa en sí misma: formada por el tiempo, la naturaleza y la historia, y lista para ser descubierta por quienes saben mirar.
¿Cómo llegar al Mirador de la Amatista?
Este lugar se encuentra en la carretera ALP-826, entre La Isleta del Moro y Rodalquilar. Desde este mirador tienes una amplia vista de la costa, el pueblo, las playas e incluso de las montañas más altas del parque, como el Pico de los Frailes.
Desde Níjar se llega en poco menos de media hora a este espectacular mirador. La ruta serpentea por el paisaje volcánico en dirección a Rodalquilar y La Isleta del Moro. Después de unos 26 kilómetros aparece el aparcamiento al lado de la carretera. Desde allí, en pocos pasos, estás en la plataforma, donde el mar y los acantilados se muestran en todo su esplendor. Un recorrido casi tan bonito como el propio destino.