Pueblos blancos

Alegre, soleado y lleno de calma.Levendig, zonnig en heerlijk ontspannen.

San José

Alegre, soleado y lleno de calma.

San José es el pueblo más animado de la costa del parque natural, pero sabe mantener su carácter acogedor y a pequeña escala. Respira un ambiente mediterráneo relajado, con una hermosa bahía donde flotan barcos de pescadores y donde se puede nadar tranquilamente o salir en kayak. Desde aquí parten excursiones a las famosas playas de Playa de los Genoveses y Playa de Mónsul, dos de los lugares más bellos de Cabo de Gata.

Alrededor de la pequeña plaza del pueblo encontrarás terrazas acogedoras, restaurantes y heladerías con vistas al mar, ideales para descansar después de un día de playa. En el puerto comienzan paseos en barco, cursos de buceo y ecotours que te acercan a la naturaleza y a la costa. En verano el pueblo cobra aún más vida con músicos callejeros y pequeños mercadillos nocturnos donde se venden productos artesanales, lo que aumenta aún más el encanto de San José.

Las Negras

Estilo boho en una costa salvaje

Las Negras es un pequeño y alternativo pueblo costero que atrae sobre todo a artistas, amantes de la naturaleza y personas que buscan tranquilidad. Está rodeado de rocas oscuras que le dan su nombre – “Las Negras”, las mujeres negras. El pueblo tiene un encanto auténtico, con casas blancas, callejuelas sinuosas y algunas boutiques modernas que crean un ambiente singular.

Desde aquí salen senderistas y barcas hacia la apartada cala de San Pedro, un lugar al que solo se puede llegar a pie o por mar, conocido por su comunidad libre y su aire hippie. En el propio pueblo encontrarás restaurantes acogedores donde puedes disfrutar de pescado fresco o de una creativa comida vegana, a menudo con vistas al mar.

Las Negras es el lugar ideal para desconectar por completo, perderse en el silencio de la costa o simplemente soñar con un libro junto al agua.

Rodalquilar

Oro olvidado y jardines escondidos

Rodalquilar se encuentra un poco tierra adentro y se siente diferente a los pueblos costeros: respira una mezcla de historia, naturaleza y creatividad. El pasado minero del oro todavía es visible en las ruinas de antiguas fábricas, túneles e instalaciones que recuerdan a tiempos pasados.

En medio de este paisaje especial se encuentra el Jardín Botánico El Albardinal, donde la flora del desierto, las hierbas medicinales y los sistemas de agua tradicionales se unen. El Centro de Interpretación cuenta las historias geológicas, naturales y sociales del parque, ofreciendo una comprensión más profunda del entorno.

En verano, Rodalquilar se llena de actividades culturales, con conciertos, veladas de poesía y exposiciones temporales o talleres abiertos. Aquí no hay playa, pero sí un lugar con alma, donde historias, ruinas y arte se mezclan con los cactus y la cálida luz del desierto.

Agua Amarga 

 La joya costera escondida de Cabo de Gata

Al final de un camino serpenteante, escondido entre colinas agrestes y acantilados rocosos, se encuentra Agua Amarga – uno de los pueblos costeros más encantadores de Andalucía y también nuestro favorito. El nombre significa literalmente “agua amarga”, pero nada en este pueblo se siente amargo. Al contrario: aquí se saborea la dulzura de la calma, la sencillez y la naturaleza virgen.

Con sus casas encaladas, barcas de pescadores en la playa y un mar azul turquesa que acaricia suavemente la arena, Agua Amarga transmite una calma atemporal. No hay rascacielos ni paseos marítimos ruidosos – solo el sol, el mar y el suave aroma de sal y tomillo en el aire.

Además del ambiente relajado, también encontrarás varias tiendas bonitas, ideales para pasear un rato y llevarte algo especial a casa.

La bahía es perfecta para nadar o hacer kayak hacia calas cercanas como Cala de Enmedio – una playa apartada a la que solo se puede llegar en barco o a pie. Después de un día lleno de sol, mar y quizá algo de compras, te espera una de las terrazas acogedoras con pescado fresco, pan local y una buena copa de vino.

Agua Amarga es pequeño, pero grande en experiencias. Es de esos lugares donde, tras un solo día, ya sabes: aquí volveré algún día.

La Isleta del Moro 

Pueblo pesquero con encanto atemporal

La Isleta del Moro es un pequeño pueblo pesquero escondido en la costa agreste de Cabo de Gata. El pueblo respira sencillez y autenticidad, con casas encaladas que se aferran a las rocas y barcos de pescadores que flotan en el agua cristalina. Aquí todo gira en torno al mar. Los días siguen el ritmo de los pescadores y el suave vaivén de las olas. En el pequeño puerto reina un ambiente relajado y en la plaza del pueblo encontrarás algunas terrazas donde probar pescado fresco y marisco, con vistas a la bahía rocosa.

El pueblo es un lugar querido por los senderistas, que se detienen aquí para disfrutar del silencio y de las vistas al mar y a las montañas. Desde el mirador, justo a las afueras del pueblo, se contempla la costa volcánica y los acantilados que la rodean.

La Isleta del Moro es un sitio donde todo se suelta, donde la vida sigue siendo sencilla y pura, y donde la belleza de la naturaleza invita al silencio.

Consejo: prueba aquí la especialidad local arroz caldoso (arroz con marisco) en una terraza con vistas al mar — la felicidad vacacional en su forma más sencilla.

Cabo de Gata

Waar de wereld stilvalt

Cabo de Gata es un pequeño pueblo costero a orillas del Mediterráneo, a unos veinte minutos en coche de la ciudad de Almería. A pesar de su nombre, el pueblo no está dentro del Parque Natural de Cabo de Gata–Níjar, sino justo al lado. De alguna manera funciona como la puerta de entrada al parque.

Lo que hace especial al pueblo son las extensas salinas que se encuentran junto a él. Allí suelen verse grandes grupos de flamencos y otras aves migratorias, un espectáculo impresionante en este paisaje semiárido. La amplia playa y el ambiente relajado lo convierten en un lugar agradable para hacer una pausa o disfrutar del mar.

Un poco más adelante por la costa se llega al icónico faro de Cabo de Gata. Está situado en lo alto de las rocas en el cabo de Gata, un lugar que desde hace siglos guía a los navegantes. Desde aquí se disfruta de una de las vistas más hermosas de la región: acantilados agrestes, el mar abierto y, en los días despejados, incluso las siluetas de África en el horizonte.